“Gracias Gobernador, ahora voy a dormir tranquila con mis nietos”

A sus 68 años, doña Elvira Estrada León comprobó que nunca es tarde para soñar. Entre lágrimas y sonrisas recibió de manos del gobernador de Bolívar, Yamil Arana Padauí, la llave de su nueva vivienda en el barrio Fredonia, un hogar digno que reemplaza el cambuche en el que vivió durante años con sus nietos.
“Yo no dormía en las noches, pensando que eso se podía caer encima de mis nietecitos. No tenía vida tranquila. Desde hoy todo será muy diferente, gracias a Dios”, relató conmovida mientras recorría la casa de 55 metros cuadrados, construida en el marco del proyecto de mejoramiento de vivienda de la Gobernación de Bolívar.
Hasta ayer, la vida de doña Elvira transcurría entre paredes improvisadas con tablas, láminas de zinc, eternit y plástico. Hoy, abre la puerta de un hogar con paredes firmes, un piso de cerámica que refleja la luz de sus pasos y una terraza custodiada por un árbol de mango que regala sombra y frescura.
Sus nietos —de 7, 10, 11, 12 y 20 años— ahora corren y juegan felices entre dos habitaciones cómodas, una sala luminosa, una cocina adecuada y un baño digno. No son solo ladrillos y cemento: es un espacio que les devuelve la tranquilidad y la posibilidad de construir un futuro diferente.
La alegría de la familia se extendió a los vecinos, quienes no dejaron de aplaudir al ver que la historia de doña Elvira cambiaba gracias a un gesto de solidaridad: fueron ellos quienes, a pesar de sus propias necesidades, enviaron un mensaje al gobernador solicitando ayuda para ella.
El gobernador Yamil Arana resaltó ese gesto como símbolo de la esencia bolivarense:
“Cada vez que entregamos una vivienda como esta, confirmamos que vale la pena trabajar por la gente. Queremos que más familias bolivarenses tengan un hogar digno y seguro. Este sueño se hizo realidad gracias a unos vecinos que, teniendo también muchas necesidades, decidieron darle prioridad a la señora Elvira. Ese es el corazón solidario de los cartageneros y bolivarenses”, expresó.
La entrega terminó con un abrazo cargado de gratitud y esperanza. En la calle 12 de Fredonia se escribió una nueva página para una familia que ahora puede mirar al futuro con ilusión. Porque esta casa no es solo techo y paredes: es el inicio de una vida distinta para doña Elvira y sus nietos.
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