Mateo Andrés: la lucha de un niño y el grito de una madre contra la negligencia médica en Cartagena

En la habitación de cuidados intensivos de la Casa del Niño, una madre sostenía la mano de su hijo como si pudiera devolverle la vida con solo tocarlo. Así permaneció durante casi dos meses, aferrada a la esperanza, mientras las máquinas marcaban el ritmo débil del corazón de Mateo Andrés Brieva Arellano, un niño de 11 años que ingresó a la Clínica Buenos Aires caminando, riendo, lleno de vida, y salió de allí en coma.
Era la mañana del 6 de agosto, cuando Mateo llegó acompañado de su madre para realizarse una resonancia magnética. Todo parecía un trámite rutinario. Pero minutos después, la pesadilla comenzó.
“Mi hijo entró bien y me lo entregaron en coma”, cuenta entre lágrimas su madre. “En la Casa del Niño no tengo queja alguna, se vio la dedicación, dieron todo para que se recuperara, pero los daños fueron irreversibles… en la Clínica Buenos Aires me mataron a mi hijo”.
El niño sufrió un paro cardiorrespiratorio tras ser anestesiado, y desde entonces luchó por sobrevivir. Su cuerpo pequeño resistió semanas de tratamientos, pero su corazón se rindió en la madrugada de hoy.
Este caso, que ya había sido denunciado por la Veeduría en Salud Color Esperanza y Las Noticias Cartagena, puso bajo la lupa las prácticas médicas en la Clínica Buenos Aires. La situación provocó el cierre temporal del área de imágenes diagnósticas por parte del DADIS, aunque días después volvió a ser habilitada.
“Este no puede ser un caso más que se olvida. No se trata solo de Mateo, se trata de todos los niños que podrían correr la misma suerte si no se actúa con responsabilidad y humanidad”, afirmó un vocero de la Veeduría Color Esperanza, que además pidió el acompañamiento del alcalde de Cartagena ante la tragedia.
La administración distrital respondió brindando apoyo a la familia durante el proceso funerario y comprometiéndose a seguir de cerca las investigaciones.
El cuerpo de Mateo reposa hoy en la morgue, donde se le realizará la necropsia que podría definir la responsabilidad médica del procedimiento que acabó con su vida.
Mientras tanto, su madre solo pide justicia: “Que esto no le pase a otro niño, que ninguna madre tenga que vivir este dolor”.
La historia de Mateo no solo conmueve; también deja al descubierto una realidad que exige respuestas urgentes:
¿Cuántas vidas más deben perderse antes de que se garantice la atención médica segura y humana que todo paciente merece?
*Foto autorizada por la madre del menor.
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